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  • Foto del escritorCarlos Baeyens

"Ser hogar para otras personas, estén como estén y vengan como vengan"

Durante este tiempo me ha acompañado un libro titulado “Los Santos del Lunes” (….). Hay dos fragmentos que sin duda guían lo que voy a escribir ahora:

“Ser Santo no es un privilegio, pertenece desde el principio a mi misión”
“Hay que pasar del voluntarismo – ganar la santidad por mis esfuerzos- a la experiencia de la vida que Dios nos ofrece como don”



El Padre siempre tiene planes preparados para nosotros y en esto nunca hay excepciones. Estas siete semanas han estado cargadas de reencuentros y de otros nuevos, de acompañar y de sentirme acompañado, de estar lleno de energía y de sentir la necesidad del descanso, de sentirme fuerte y también muy débil.


Pero al final, en medio de todo lo que ha ocurrido en estas semanas, sigue reinando en el centro la vocación que Dios me da a ESTAR y, cuando eso está claro, lo único que viene al día a día es tranquilidad y paz ante todo lo que va pasando.


Dios me regala el don de estar con las personas del grupo que este año han decidido dejar muchas situaciones diversas para venir a Bolivia. Estar aquí me hace sentirme débil en muchos sentidos y reconocer que solo con los otros tiene sentido estar aquí.


Dios me regala el don de estar juntos a los Hermanos de distintas comunidades de Bolivia que nos lo ofrecen absolutamente todo para que nos sintamos en casa. Y eso de sentirse en casa no es que de verdad nos sintamos en la confianza de poder ser nosotros mismos, estemos como estemos. Eso, que lo hacen tan sencillo, es uno de los aprendizajes que me llevo de aquí. Ser hogar para otras personas, estén como estén y vengan como vengan.


Dios me regala el don de estar junto a los chicos y chicas del internado con los que tanto viví el año pasado y me enseña que compartir vida en el día a día es lo que crea las relaciones más profundas y emocionantes en la vida de cada uno.


Dios me regala el don de estar con las personas de las comunidades campesinas. Y desde esa humildad de no venir a cambiar sus vidas, sino a que nos la transformemos mutuamente, Jesús me regala encuentros, asombro por sus vidas, incomprensión y a la vez proyectos nuevos, … ESTAR junto a estas personas enseña que las dificultades o no tener la vida que uno “desea” no tienen por qué ir de la mano con la queja, que se pueden vivir como vida entregada para otros.


Muchas veces he podido pensar que en mi día a día puedo buscar la felicidad porque tengo un “buen contexto” para conseguirlo. Pero no, la felicidad se consigue junto al otro, siempre. Y las personas que Dios pone aquí en mi vida me enseñan esto una vez más. No se trata de avanzar por avanzar, mejorar por mejorar o de conseguir por comodidad o por poder. Se trata de avanzar para el otro (para un hijo con más oportunidades), de conseguir algo más de comodidad para el otro (para una comunidad con agua), de renunciar a un plato de comida por el otro (porque le toca seguir trabajando un rato más).




De todo esto, y envolviendo a todo lo demás, Dios me regala el don de estar junto a Él, todo el tiempo, en todas partes, sintiendo el tiempo de oración personal y comunitario como un momento más profundo con Él, de encontrarme después de haber estado viéndole en cada situación del día.


No he venido aquí a ser Santo por mis esfuerzos, parece que he venido a disfrutar de la misión que Jesús me ha regalado. Y también me he encontrado con muchos que lo asumen como parte de sus vidas. Santos para sus hijos, santos para sus padres, santos para su comunidad, santos para los demás.


Carlos Baeyens


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