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  • Foto del escritorJosé Damián del Castillo

"Sabes cómo llegas, pero jamás cómo vas a volver"

     Hablar de mi experiencia en Bolivia en agosto del 2022 es decir que se cumplió algo que estaba llamado a vivir, aunque en un principio no fuera consciente de ello. Cuando entré al Grupo en 2019, lo hice con la intención de compartir un proceso de fe, y de descubrir a qué me llamaba Dios, pero como que pensar en Comarapa era algo muy lejano.


     Tuvieron que pasar muchas reuniones y una pandemia de por medio para que poco a poco fuese “picando el gusanillo”, porque escuchando a la gente que ya ha estado y a las personas de allí, es imposible no sentir un deseo enorme de poder vivirlo tú mismo. Al final, por muchos testimonios que puedan contarse, todo llega al punto del Evangelio de “Venid y lo veréis”.


     Lo bueno de ir a Bolivia, y compartir la vida con sus gentes, desde Santa Cruz con los hermanos hasta el campesino de la comunidad más alejada de Comarapa, es que sabes cómo llegas, pero jamás cómo vas a volver. Yo soy una persona cuadriculada, me gusta tenerlo todo lo más controlado posible, y en cambio, la experiencia allí es un dejarte hacer, un vivir con ellos, a su ritmo, entenderlos y quererlos en poco tiempo como si los conocieras de toda la vida. De hecho, es un poco así, eres un hermanito o hermanita, uno de tantos que sintió esa llamada y no pudo decir que no.



     No puedo decir que mi estancia allí me cambiara la vida, porque no hubo giros radicales ni cambios vitales drásticos, pero sí que cambió mi forma de ver la vida. Cuando estás allí, ves en los demás una sencillez que abruma, una capacidad infinita de ser feliz con lo poco que tienen, y para con una sonrisa mostrarte lo iluso que eres tantas veces. Aprendí a valorar aquello que Dios me da cada día, a no darlo por hecho, porque para muchos no lo es, y sobre todo a intentar ser feliz sin que todo sea como yo quiero. Es maravilloso sentir que allí no necesitas mirar el móvil varias horas al día, que con una conversación o jugar con los niños ya lo tienes todo, y que cada día te sientes más unido a toda esa gente, y un poquito más cerca de lo que Dios quiere que entienda en mi vida.


     Volveré allí sin buscar nada, sin querer que todo sea como la primera vez por maravillosa que fuera, porque esa es la grandeza de Bolivia, que la gente vuelve una y otra vez siendo diferente y viviendo cosas diferentes, pero en el fondo, la esencia es la misma, y a lo que Dios llama también.


José Damián

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